Un dia mas en San Ignacio



La media mañana nos toma por sorpresa y como si fuera poco ya con gran intensidad Juan nos tiene una excursión y paseo por la ciudad.
Habíamos acordado salir e ir al “Teyú Cuare” (un peñón sobre el Paraná fantástico con una vista fabulosa y un verde perfecto) compramos algo para comer porque eran aproximadamente algo de 15 km. Que deberíamos caminar… con todas las pilas puestas salimos un poco de fiambre, agua y alguna fruta seria nuestro refrigerio. Habíamos hecho menos de 100 metros y apareció un muchacho que se nos presento como el guía de San Ignacio, con algunas preguntas el se presento diciendo soy Armando… quieren que los alcance?... y bue… estuvimos arriba del coche que nos llevo a su campo que tenia pensado explotarlo para hacer excursiones y todos lo referido al turismo y naturaleza. Fue muy bueno el viaje ya que eran como 5 Km. nos ahorramos de caminar bastante, llegamos a su tierra. Nos explico de las intenciones suyas con respecto al terreno y al turismo. Mientras nos presentaba a un hombre con barba larga y una mirada curtida como cada centímetro de sus manos. Mientras caminábamos por los senderos nos explicaba de cada planta y árbol, su utilidad por los aborígenes y chamanes de la zona para que servia cada una como así de los animales y la maldita devastación de los mismos no se salvaba nadie ni se salvo. Aprendimos muchísimo en esa caminata que fue larga pero agradable y sobre todo productiva. Llegamos a la sima donde había una cabaña donde vivía el hombre de la barba larga, (la cabaña fue hecha por dos personas en menos de 60 días todo logro) la vista es extraordinaria desde ahí se ve la inmensidad del verde misionero como así el rojo de sus picadas. Un paisaje brillante.
Mientras se calentaba el agua para el mate y algunos recorríamos el terreno con Armando escuchando atentamente sus historias. De fondo se oía contar y criticar desde su posición a Natalia y el periodista critico que intercambiaban opiniones mientras este le leía artículos que había escrito para un medio local. Sin pensarlo pasaron las horas y sin esperarlo el dueño de casa comenzó a cocinar, pelar cebolla, preparar el arroz y la lenteja y demás condimentos para nuestro plato! Si ¡! Éramos invitados y nos atendía como tal pero sin conocernos la cordialidad nos sorprendió. Y así fue comimos un rico guisito de lentejas con arroz que fue algo brillante que no esperamos nunca.
Luego del almuerzo salimos a caminar por los senderos que nos llevarían al “teyú cuare” unas charlas generosas y productivas nos enseñaba muchísimas cosas de este individuo que lo dejaba de ser, para ser guía y amigo, que empezaba a ser parte de nuestra historia. Así fue la charla la caminata y conocimos un hermoso parque entre medio de la reserva que era parte de un tal Pérez-Companc o algo así dueño de un naturaleza de verde de reservas que por ahora se podía visitar gracias a la amabilidad del guardia que conocía el terreno ya que era su tierra y el trabajo que tenia desde años atrás. El lugar estaba destinado con sus nuevos dueños a ser una especie de criadero de mariposas o algo así. Tuvimos la suerte de conocerlo seguramente en unos meses o años la entrada tendrá un valor elevado ya que estos no dan puntada sin hilo. Por suerte sacamos fotos del lugar maravilloso en el que estábamos. Después conocimos el parque que tanto queríamos ver el “teyú” senderos tupidos de verde y una plantas que parecen ser esquivas al frió y las heladas que azotan esta época del mes. Caminamos bastante para llegar un lugar con un tremendo el paisaje no dejaba de sorprendernos.
Vimos por primera vez la cueva del “teyú” se dice que era una especie de lagarto gigante del cual los aborígenes temían y sobre el se escribieron los primeros mitos y fabulas de la zona. Fue algo lindo y productivo la caminata y todo lo que aprendimos juntos. Fue una experiencia mas con gente que de alguna forma pasaban a ser actores principales en esta obra del conocimiento de nuestra tierra.

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